El cuidado, la crianza y la educación no son de hombres ni mujeres, son actitudes y prácticas. El cuidado alimenta el vínculo, proporciona salud y nos desarrolla como personas. Una paternidad activa y la corresponsabilidad familiar ayuda tanto a mujeres como a hombres a lograr un mayor equilibrio entre vida familiar y trabajo.

De esta manera, criar, cuidar y educar para un padre plantea nuevas exigencias al igual que el embarazo y el nacimiento; por una parte hay una enorme alegría y tranquilidad y por otra, momentos de extrañeza y desconocimiento.

Desde la concepción hasta que el hijo o la hija hayan nacido debemos aprender a satisfacer, tolerar y disfrutar las exigencias que nos impone la total dependencia del bebé. Es importante superar los temores de dañar al bebé indefenso y aprender a cuidarle, protegerle, mimarle, acariciarle, hablarle, cantarle; para que, poco a poco, se vaya integrando al grupo familiar.

Esta vinculación afectiva empieza por tanto desde el mismo momento en que deseamos la incorporación de un nuevo ser en nuestra familia. De ahí la importancia de la conciencia y la responsabilidad activa desde los inicios. Es ahí cuando surge en la imaginación, en el sueño, el bebé; cuando se piensa en su sexo, se habla de su nombre y de sus características; cuando se inicia la construcción del vínculo afectivo.

Es de vital importancia para la criatura la vinculación afectiva temprana con el padre, pues marcará su futuro, su relación consigo misma, su relación con otros seres humanos, con la naturaleza, le dará la capacidad para trabajar y también para disfrutar y para asumir actitudes de cuidado frente a lo que le rodea.

Como el arte de la paternidad empieza desde el primer deseo, nos es por casualidad entonces lo que ocurre después en la vida del hijo o la hija, ni la relación que podamos tener con ellos. Es conveniente leer, reflexionar y entrenarnos para una de las más bellas y difíciles empresas que la vida nos pueda traer.

Los cuidados que un bebé necesita para su supervivencia, crecimiento y buen desarrollo son: Alimentación, higiene, promoción de su salud, atención, cariño, juego, vigilancia y compañía. Dar de comer, bañar, cambiar la ropa y acunar, también son tareas paternas. Son todas ellas tareas a compartir.

Otro aspecto importante y vital es la utilización del juego en la infancia ya que es un excelente recurso a través del cual los/as niños/as desde muy pequeños/as aprenden a convivir con los otros porque implica diversión y afectividad. A través del juego, el/la niño/a explora su puesto en el mundo, sus relaciones con los demás, las formas de comportamiento que son aceptables y las que no lo son, fomenta su creatividad, su imaginación, su tolerancia y su vida emocional.